martes, setiembre 19, 2006

si el inconsciente no me falla

- Señor Valdemar... ¿puede explicarnos lo que siente y lo que desea?
Instantáneamente reaparecieron los círculos hécticos en las mejillas; la lengua tembló, o, mejor dicho, rodó violentamente en la boca (aunque las mandíbulas y los labios siguieron rígidos como antes), y entonces resonó aquella horrenda voz que he tratado ya de describir:
- ¡Por amor de Dios... pronto... pronto... hágame dormir... o despiérteme... pronto... despiérteme! ¡Le digo que estoy muerto!


Ese párrafo hizo que siguiera leyendo el resto de las 534 del "Cuentos 1" de Edgar Allan Poe. Algunos dirán que es un típico y fácil fragmento del escritor americano. A mi me encantó cuando lo leí y me sigue atrayendo enormemente. Lo cito porque ayer me sucedió algo que, por banal que sea, guarda cierto parangón con el cuento citado (para los interesados: "La verdad sobre el caso del señor Valdemar"). Salí de trabajar a eso de las 9 de la noche, pasé por el cyber y cuando llegué a casa mi madre estaba preparando una tortilla de papas. Recién la empezaba, por lo que decidí tirarme un rato en la cama y a oscuras a esperar. Rapidamente me dormí. Al parecer (y de esto me entero hoy) mi novia me llamó al rato de dormirme y habló largo y tendido conmigo. Cuando hoy me contó lo que habíamos hablado me acordé inmediatamente del cuento de Poe y me fascinó, puesto que no me acordaba de absolutamente nada. Dijo que mi voz sonaba extraña, inconsecuente, algunas veces apurada y otras pausada. Que emitía frases de cariño y otras que rápidamente intentaban despachar a mi interlocutora. No se me ocurre otra conclusión que mi inconsciente fue el que estuvo hablando todo ese tiempo. Cuando me dormí quedé en piloto automático y el pobre hizo lo que pudo para dejarme dormir. Fascinante. Voy a tratar de perfeccionar este arte para momentos desagradables, trabajos estresantes, cumpleaños de quince, casamientos...

Tema de la semana: "One" de Metallica.

sábado, setiembre 09, 2006

brasil

Su madre terminaba de bañarse cuando él esperaba impaciente, sentado mirando absorto la tevé sin percibir ninguna imagen. Faltaban 15 para las 9 y la cena estaría por comenzar. Se preguntaba cómo se habría vestido la chica de la habitación contigua. Tal vez no fuera esa noche a cenar. Era la última que pasaban en el hotel y esa muchacha lo había fascinado desde el primero de los 8 días. Por fin su madre terminó el ritual higiénico. Ambos bajaron al comedor.
La otra familia no había llegado aún, solo estaban los Brigman, esos cuatro gritones de todas las noches, y la pareja de ancianos que solían sentarse allá al fondo, en la penúltima mesa a la izquierda. Dos mozas esperaban a los comensales en ambos extremos de la gran mesa de comidas. Mientras tanto, otras dos mozas se acercaban de tanto en tanto para depositar un nuevo plato caliente. Cada vez que se abría la puerta de la cocina, Julio sentía el olor a comida e imaginaba todos los sabores que tendrían ya en su boca.
Cuando iba a servirse decidió ir al baño del comedor, ese que parecía esconderse por detrás de los ancianos de la penúltima mesa. Eran mixtos. Los baños. Pero sus ganas de orinar omitieron esta salvedad y fue directo al primer cubículo vacío que encontró. Sintió ruidos, desde fuera del baño, la gente llegaba a cenar. Cuando salió del cubículo estaba ella. Parada, de espaldas, lavandose las manos en una de las piletas de ese enorme baño. La mirada de la chica siguió el camino del espejo hacia él. El no supo qué mirar y caminó nervioso a lavarse las manos. Ella dijo hola, el intentó saludar, pero su "hola" le salió mudo, ella se secó las manos, y se fue. Julio quedó mirandose al espejo, repitiendose lo estúpido qué había sido. Es que estaba tan linda con esa remera de Camboriú, un tanto quemada por el sol y con el pelo mojado. El la encontraba hermosa bajo cualquier combinación, pero esa noche estaba especialmente hermosa.
Salió del baño y se sentó en su mesa. Su madre ya estaba comiendo, así como la mayoría de los allí presentes. Se sirvió algo que no le gustó, estaba muy salado. Tomó mucha Guaraná y comió un postre que dejó por la mitad. Toda la cena miró de reojo hacia la mesa de la izquierda, vergonzoso. Cuando se distrajo en alguna broma de mal gusto que se hacían entre sí los Brigman, la chica y su familia se habían ido. No se habían dicho adios. Julio se sintió mal, hubiese querido que esa cena durara por siempre, para poder mirarle cuando alguien de su mesa la destapaba, y ella reía. Que sonrisa tan dulce la de aquella niña. Esa noche tomaron el omnibus que lo dejaría de nuevo en su ciudad, en su casa; lejos de esas comidas, de ese baño y de esa chica. Todo el camino mantuvo su cabeza apoyada en la falda de su madre, y estirando sus piernas hacia la ventanilla del vehiculo, fue mirando las estrellas todo el tiempo que pudo, hasta que se durmió.

Tema de la semana: "Until you call on the dark" de Danzig.

lunes, setiembre 04, 2006

"ponela todo el día"

me subo al omnibus. estan pasando algo en la radio que no logro comprender qué es hasta que me siento, cerca del conductor, para saciar mi curiosidad. era un programa de escanlar y otro sujeto que no conozco. al parecer, como gracia, uno de los segmentos del programa consiste en reportar noticias falsas y un tanto morbosas con un supuesto tono irónico. frases como "le partí la cabeza de un fierraso, le saqué la piel y le hice comer a su madre lo que quedaba..." (o al menos eso interpreté) hicieron que los pepitos que había comido tuvieran el intento de autoexpulsarse de mi organismo. en eso una señora al que había visto subir porque su cara me parecía conocida le preguntó al guarda si teníamos los pasajeros que soportar tal abominable programa radial, a lo que el guarda le contestó "yo no lo estoy escuchando" y siguió mostrando su ausencia con la mirada hacia la ventana. la radio nunca se bajó y la señora no habló más. solo dos mujeres sentadas detrás mío comentaban las estupideces que los locutores se turnaban para decir. cuando la señora bajó el conductor, un tipo con ojos de una inocencia que ya no estaba y mascando chicle como si murmurara algo, le preguntó al guarda qué había dicho la mujer. cuando el otro le dijo, el primero reclamó (atención)
-se zarpa la gente... pagan 16 pesos y quieren viajar cómodos, calentitos y encima (...)
(no entendí el resto)

Tema de la semana: "The Universal" de Blur.