viernes, febrero 25, 2005

la bámbula y el estaquete

tengo que estudiar, y es en esos momentos, en los momentos de presión, cuando estoy marcado, en los que tengo que hacer verdaderamente algo, cuando me sale lo mejor de mi, paso mejor con mi novia y mis amigos, me salen las cosas. Pero claro, no puedo disfrutar demasiado de esas cosas porque tengo esa otra cosa que hacer, entonces me esfuerzo, porque aunque no me guste, luego de finalizada esa tarea, se que podré disfrutar de todo lo que la vida me regala. El problema es, que cuando termina esa cosa, el resto no vuelve a estar tan perfecto como era. Vienen otros problemas, algunos mas serios, otros no tanto, pero siempre con algo en la cabeza. Me acuerdo que cuando era más chico me burlaba de que en las comedias tipo "Montaña rusa" (si.. me van a decir que no la miraban...) o "Amigovios" o en alguna de esas pedorradas juveniles, siempre lo que hacían era que cada capítulo existiera un problema, si podía ser sin solución mejor, así lo podían usar por 2 o 3 capítulos más. Y pensaba que eso era un elemento que utilizaban los tipos para hacer que eso que la gente miraba tuviera algo de sentido, que seguir la comedia día tras día no fuese tiempo perdido para la audiencia. Pero también pensaba que la vida no era en realidad así, que no todos los días pasa algo jodido, hay algunos que simplemente pasan, que si uno tiene la posibilidad de quedarse tirado todo el día, probablemente al otro día sea todo igual que el anterior. Pero ahora me cuestiono eso que pensaba, porque se que aunque no todos los días pasen cosas, todos los días pienso cosas, cosas diferentes, cosas que tarde o temprano se convertirán en un hecho, tal vez algunas no, pero otras seguro que si. Esta bien, pensamos, eso es bueno. Pero en qué pensamos. Estamos entrenados a pensar en si tal persona habrá tomado mal lo que le dije, si tendría que llamar a no se cual, porque la otra vez otra cosa, o si estaré haciendo bien cuando tomo las decisiones que tomo. Y así, en infinidad de cosas, banalidades por cierto, que entretienen a los ojos a quedarse mirando un punto fijo fuera de foco. Yo a veces pienso, y pienso y cuando me veo con cara de tarado mirando la pared, superficie totalmente regular, me digo, pero que carajo estoy haciendo. Pero sigo en esa posición, no puedo mirar hacia otro lado. Y pienso que pienso, en nada en particular, solo que pienso. Este año me di cuenta más que nunca que pensar no sirve tanto como hacer, pero E.T. aquí el problema, y es que sin pensar no se puede hacer nada. O sea que no podemos privarnos de la maquinita cerebral. Estaba pensando que de viejo tal vez no piense tanto; la otra posibilidad es que en vez de pensar lo que hago y lo que haré, me voy a arrepentir de lo que no hice, y eso me asusta.